En historias como la de Harry Potter existen prendas mágicas capaces de conferir invisibilidad a aquello que cubren. Esta posibilidad de volverse invisible proporciona ventajas en diversas situaciones, además de brindar protección contra hechizos y maleficios. Durante mucho tiempo, las mujeres han experimentado invisibilidad, a diferencia de la capa de Harry Potter, sin obtener ventajas de esta condición.

Históricamente se ha menospreciado el valor de lo femenino y se han devaluado el trabajo reproductivo y de cuidados, actividades que no han sido remuneradas, ni reconocidas dentro del sistema capitalista debido a la falta de valor económico directo.

No obstante, estas labores son fundamentales para mantener el funcionamiento del propio sistema económico. Las mujeres, desempeñan roles invisibles como sostenedoras de lo colectivo y amortiguadoras naturales de los procesos socioeconómicos de crisis, transformación y reestructuración. Son, sujetos cruciales para la (re)producción simbólica y material del capitalismo neoliberal, dada la enorme importanca sistémica de sus diversos roles y ocupaciones socioeconómicas, culturales y políticas. (Flores, 2020)

La invisibilidad, por lo tanto es un fenómeno de género. En Islandia el 24 de octubre de 1975 pasó a conocerse como “Viernes Largo”, resultado del caos provocado por el hecho de que el 90% de las mujeres tomaran un día de descanso para celebrar la declaración de ese año como el “Año Internacional de la Mujer” por parte de la ONU. Este acto de activismo visibilizó de tal manera la importancia de las labores desempeñadas por las mujeres que, al año siguiente, Islandia aprobó la Ley de Igualdad de Género, la cual prohibe la discriminación por razones de sexo en lugares de trabajo y escuelas. (Criado, 2020)

En un mundo donde lo masculino se considera universal, lo “femenino” es visto como atípico. Este paradigma representa un grave y recurrente problema para las mujeres en muchas ámbitos, como lo evidencia el caso de las fuerzas armadas británicas, donde se les exigía a las mujeres igualar la longitud de su zancada a la de los hombres.

De acuerdo con Raquel Güereca, la violencia epistémica es “el conjunto de prácticas científicas, disciplinares y cognitivas que, intencionadamente o no, invisibilizan la aportación de determinados sujetos sociales a la construcción, discusión y difusión del conocimiento científico”, esta invisibilización está asociada con el género y/o al grupo étnico. Por tanto, la presencia de las mujeres en las ciencias es el resultado de un largo proceso histórico, en el que las mujeres han debido sortear dificultades asociadas con los sesgos androcéntricos, sexistas, clasistas, hegemónicos y racializados de los ámbitos en los que se desenvuelven.

Un ejemplo de cómo la sociedad invisibiliza a las mujeres en la investigación biomédica es la de excluir la menstruación de los estudios, a pesar de ser una experiencia cotidiana en la vida de las mujeres. Durante siglos, ha sido una norma no mencionar ni discutir la menstruación en público. Se ha tratado a la menstruación, el embarazo y el parto como enfermedades o emergencias médicas que no afectan al humano saludable o ideal, que se supone es masculino en la mayoría de los modelos médicos. Incluso, hasta la fecha, la rata de laboratorio ideal y saludable es considerada macho, definiendo su cuerpo, hormonas y  omportamiento como la norma.

 

Las hormonas femeninas son percibidas como disruptivas para la investigación. Por lo tanto, construir una ciencia más justa e inclusiva implica considerar aspectos como ciclo menstrual, embarazo, menopausia, entre otros, como variables relevantes en la investigación biomédica para reducir o eliminar el sesgo de género. (Okruhlik, 1994)

Caroline Criado Pérez en su libro La mujer invisible, expone a través de varias investigaciones cómo el mundo ha sido concebido principalmente por y para hombres, dejando de lado las necesidades de la mitad de la población. Mediante un análisis detallado y esclarecedor, la autora muestra cómo la falta de datos desagregados por género afecta diversos aspectos de la vida, desde la medicina hasta el urbanismo, dando lugar a un mundo que, por defecto, favorece más a los hombres, a menudo en detrimento de las mujeres.

La invisibilidad de las mujeres se manifiesta en diferentes ámbitos. La ausencia de perspectiva de género en el diseño cotidiano puede llevar conducir a una desigualdad inadvertida pero de gran significado. Por esa razón, las feministas subrayan la importancia de integrar datos y experiencias de mujeres en la planificación y diseño arquitectónico, con el fin de crear un entorno más equitativo y seguro para todos. (Criado, 2020)

Otro ejemplo que evidencia la necesidad de incorporar la perspectiva de género se encuentra en el transporte público, el cual frecuentemente se diseña sin considerar los patrones de desplazamiento de las mujeres. Estos suelen involucrar múltiples paradas para atender responsabilidades de cuidado y tareas domésticas, lo que resulta en sistemas que no satisfacen sus necesidades específicas. Esta falta de consideración afecta la accesibilidad al trabajo, la educación y otras oportunidades para las mujeres. (Criado, 2020)

El reconocimiento de las diferencias entre las condiciones, jerarquías y dimensiones de opresión de las mujeres, nos brinda la capacidad de identificar las relaciones de clase social, de pertenencia racial, edad y orientación sexual que determinan las desigualdades por razones de género. También nos permite discernir si estas desigualdades afectan a un grupo reducido de mujeres o son una realidad que enfrentan la mayoría de las mujeres en México. (Flores, 2020).

Las mujeres a menudo se encuentran con barreras invisibles como las evaluaciones de desempeño, donde son juzgadas con mayor severidad que sus pares varones. Investigaciones en diversos ámbitos académicos y laborales han demostrado, de manera contundente, que la meritocracia sólo perpetúa el status quo masculino, marginando la contribución femenina.

Es imperativo emprender acciones decididas para erradicar la violencia epistémica en instituciones educativas y científicas, como parte integral de la lucha contra la violencia de género. En el 2017, el movimiento #MeToo marcó un cambio en la percepción del posfeminismo, un concepto que predominaba en los años noventa y que consideraba las batallas de las décadas pasadas superadas. Este enfoque sugería que las mujeres podían alcanzar posiciones de poder por su propia voluntad (García, 2021). Sin embargo, ahora comprendemos que acceder a posiciones de poder no sólo depende de la voluntad individual de las mujeres. Ahora se reconoce la existencia de múltiples barreras estructurales que oprimen a las mujeres, lo que las impulsa a seguir luchando contra el patriarcado y a trabajar incansablemente por su visibilidad en diversos ámbitos como la academia, la política, la medicina, y otros.

Hacer visible el trabajo y la contribución de las mujeres en todos los ámbitos de la vida es fundamental para forjar sociedades más justas, esto facilitará que las nuevas generaciones de mujeres encuentren espacios en la vida pública donde puedan desenvolverse en igualdad de condiciones que sus pares varones. Para lograrlo, es imprescindible que los hombres participen de manera activa en las labores domésticas y de cuidado en el ámbito privado.

REFERENCIAS

1. Flores Garrido, N. (2020). Precarity From a Feminist Perspective: A Note on Three Elements for the Political Struggle. Review of Radical Political Economics, 52(3), 582-590. https://doi.org/ 10.1177/0486613420906930

2. Criado Pérez, C. (2020). La mujer invisible. Seix Barral.

3. Okruhlik, K. (1994). Gender and the Biological Sciences. Canadian Journal of Philosophy Supplementary Volume, 20, 21-42. doi:10.1080/00455091.1994.10717393

4. García González, M. (2021). Enseñando a sentir. Repertorios éticos en la ficción infantil. Ediciones Metales Pesados.

5. Güereca Torres, R. (2017). Violencia epistémica e individualización: tensiones y nudos para la igualdad de género en las IES. Reencuentro. Análisis de Problemas Universitarios, 28(74). Recuperado el 29 de Febrero de 2024, de https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=34056723002

Autora

Mónica Vázquez Hernández

Comisión Interna para la Igualdad de Género

IIMAS – UNAM

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