Las hormonas femeninas son percibidas como disruptivas para la investigación. Por lo tanto, construir una ciencia más justa e inclusiva implica considerar aspectos como ciclo menstrual, embarazo, menopausia, entre otros, como variables relevantes en la investigación biomédica para reducir o eliminar el sesgo de género. (Okruhlik, 1994)
Caroline Criado Pérez en su libro La mujer invisible, expone a través de varias investigaciones cómo el mundo ha sido concebido principalmente por y para hombres, dejando de lado las necesidades de la mitad de la población. Mediante un análisis detallado y esclarecedor, la autora muestra cómo la falta de datos desagregados por género afecta diversos aspectos de la vida, desde la medicina hasta el urbanismo, dando lugar a un mundo que, por defecto, favorece más a los hombres, a menudo en detrimento de las mujeres.
La invisibilidad de las mujeres se manifiesta en diferentes ámbitos. La ausencia de perspectiva de género en el diseño cotidiano puede llevar conducir a una desigualdad inadvertida pero de gran significado. Por esa razón, las feministas subrayan la importancia de integrar datos y experiencias de mujeres en la planificación y diseño arquitectónico, con el fin de crear un entorno más equitativo y seguro para todos. (Criado, 2020)
Otro ejemplo que evidencia la necesidad de incorporar la perspectiva de género se encuentra en el transporte público, el cual frecuentemente se diseña sin considerar los patrones de desplazamiento de las mujeres. Estos suelen involucrar múltiples paradas para atender responsabilidades de cuidado y tareas domésticas, lo que resulta en sistemas que no satisfacen sus necesidades específicas. Esta falta de consideración afecta la accesibilidad al trabajo, la educación y otras oportunidades para las mujeres. (Criado, 2020)
El reconocimiento de las diferencias entre las condiciones, jerarquías y dimensiones de opresión de las mujeres, nos brinda la capacidad de identificar las relaciones de clase social, de pertenencia racial, edad y orientación sexual que determinan las desigualdades por razones de género. También nos permite discernir si estas desigualdades afectan a un grupo reducido de mujeres o son una realidad que enfrentan la mayoría de las mujeres en México. (Flores, 2020).
Las mujeres a menudo se encuentran con barreras invisibles como las evaluaciones de desempeño, donde son juzgadas con mayor severidad que sus pares varones. Investigaciones en diversos ámbitos académicos y laborales han demostrado, de manera contundente, que la meritocracia sólo perpetúa el status quo masculino, marginando la contribución femenina.
Es imperativo emprender acciones decididas para erradicar la violencia epistémica en instituciones educativas y científicas, como parte integral de la lucha contra la violencia de género. En el 2017, el movimiento #MeToo marcó un cambio en la percepción del posfeminismo, un concepto que predominaba en los años noventa y que consideraba las batallas de las décadas pasadas superadas. Este enfoque sugería que las mujeres podían alcanzar posiciones de poder por su propia voluntad (García, 2021). Sin embargo, ahora comprendemos que acceder a posiciones de poder no sólo depende de la voluntad individual de las mujeres. Ahora se reconoce la existencia de múltiples barreras estructurales que oprimen a las mujeres, lo que las impulsa a seguir luchando contra el patriarcado y a trabajar incansablemente por su visibilidad en diversos ámbitos como la academia, la política, la medicina, y otros.
Hacer visible el trabajo y la contribución de las mujeres en todos los ámbitos de la vida es fundamental para forjar sociedades más justas, esto facilitará que las nuevas generaciones de mujeres encuentren espacios en la vida pública donde puedan desenvolverse en igualdad de condiciones que sus pares varones. Para lograrlo, es imprescindible que los hombres participen de manera activa en las labores domésticas y de cuidado en el ámbito privado.